Entre los mayores dilemas que hoy enfrentan las personas y empresas se encuentra la ansiedad y el desgaste por los múltiples desafíos y cambios que se presentan en el entorno laboral. En tiempos de grandes transformaciones e incertidumbre la neurociencia nos ayuda a comprender esta condición humana para convertir las transiciones en experiencias exitosas.
¿Por qué cuesta tanto cambiar? La función del cerebro es garantizar nuestra supervivencia. El sistema nervioso central tiene estructuras milenarias que rechazan el cambio. Una de ellas, es el tronco cerebral, que aparece por primera vez en los reptiles. Dentro del tronco cerebral, están los llamados ganglios basales. Allí están las conductas que hemos aprendido y, una de sus características, es la neofobia, es decir, miedo a lo nuevo, con el fin de mantenernos alejados de situaciones que consideramos peligrosas.
La neofobia es una respuesta evolutiva que nos sirvió para sobrevivir. El problema es que ahora estamos en un mundo muy diferente al del paleolítico, cuando surgió esta estructura, donde no había muchos cambios: el hombre salía de la caverna, el enemigo siempre era el tigre y la necesidad principal era tener agua y alimento. Pero vivimos tiempos de cambios permanentes y este miedo pareciera no ser tan adaptativo, en especial en las empresas.
Un hombre de entonces podía ser perseguido por un tigre y su cuerpo respondía emitiendo distintas señales físicas. Eso era lógico. Pero ahora, vivimos estresados las 24 horas y huyendo del tigre 365 días del año. Y así estamos: hipertensos, diabéticos, insomnes, impotentes y con la creatividad o capacidad de crear anulada porque nos encontramos en modo supervivencia. Estos síntomas son la punta del iceberg de la respuesta de un organismo que no está preparado para tener un cambio permanente.
El cerebro no ha tenido tiempo para adaptarse. Como decía Sigmund Freud, todos tenemos un museo de historia natural dentro, porque guardamos, sin saberlo, todas las conductas que nos llevaron al éxito en la historia de la especie y, por eso, se tienden a repetir.
Un buen entendimiento y estrategias en torno a las amenazas es imprescindible para la supervivencia, tanto del individuo como de su descendencia.
Los seres humanos esperamos fijar nuestras expectativas sobre lo que nos espera. A nivel empresarial, tener un mapa completo del entorno es vital para operar en él. Entender los retos y necesidades futuras permite hacerse cargo, dejar de lado el ‘esperar a ver qué pasa’, y tomar elecciones y acciones, con el fin de prepararse mejor y adaptarse al constante cambio.
Pero, para entender lo que nos depara el 2023 se deben analizar la realidad y sus tendencias. Hoy vemos en las empresas un escenario marcado por factores como el trabajo postpandemia, un modelo híbrido, las extenuantes cargas laborales que necesariamente comienzan a ser reguladas (Ley de desconexión laboral), reformas estructurales y culturales que implican incorporar políticas de diversidad e inclusión, la necesidad de formación y recualificación aumentará, las personas tendrán que adquirir nuevas habilidades para responder a los desafíos del mercado laboral, la transformación digital y tecnológica, nuestras estructuras organizacionales (Jerarquía Vs. Redarquía), la alta rotación, la retención del talento humano, entre otros.
Todas estas reconfiguraciones nos retan a diario porque establecen nuevas reglas de juego que, al sacarnos de nuestro eje, nos confrontan. Es entonces cuando surge la necesidad de reconocer los vacíos que tenemos, todo aquello que hace falta para poder hacerle frente a la incertidumbre de los cambios, y no quedar paralizados por los temores que se despiertan.
Desde INSPIRA nos hemos enfocado en trabajar a partir de estos escenarios de transformación, guiando a empresas y a personas a implementar transiciones exitosas. Para adaptarse comprendiendo la situación del entorno y avanzar gestionando la incertidumbre. La idea es reconocer que ya no nos persigue un tigre o un león, que podemos desactivar el modo de supervivencia y darle ‘play’ al modo creativo.
En ese sentido, consideramos 5 pautas clave a partir de las cuales trabajar estos procesos de transición:
Ampliar la consciencia: “Darse cuenta”, extender la perspectiva de la realidad a partir del marco de referencia propio, reconocer creencias, limitaciones, hábitos, para romper paradigmas y comprender que se pueden desarrollar nuevas habilidades.
Conectar con la motivación: “Movilizarse”, generar el deseo de evolución, de transformación personal desde una visión de oportunidad que implica reconocer el miedo y aprovecharlo como disparador para reconectar con el sentido de vida.
Aprendizaje Continuo: “Conocimiento”, aprender a aprender, ir añadiendo nueva información a nuestra caja de herramientas.
Desarrollar nuevas habilidades con la práctica: “Actuar”, asumir un rol protagónico, reconocer nuestro inmenso potencial y la capacidad de innovación y creatividad para adquirir nuevas competencias y hábitos que nos llevan a evolucionar.
Construir procesos sostenibles: Hacer chequeos permanentes de nuestros avances, celebrar las pequeñas victorias, conectar con personas que tienen los mismos intereses y propósitos para mantener este proceso activo en el tiempo.
Identificar las capacidades y habilidades que las situaciones de cambio demandan, permite trabajar el miedo, la incertidumbre y la resistencia. Se trata de que las personas que forman parte de una organización descubran cómo las funciones que desempeñan en el día a día contribuyen a su realización personal, que encuentren sentido a lo que hacen y conecten con una visión compartida que les motiva a ser parte de un propósito empresarial, una estructura donde es posible bajarle el volumen al miedo para reconocerlo y aceptarlo como un aliado que prepara para el cambio y plantea oportunidades para cualificarse y avanzar.
Al final, no se trata solo de sobrevivir a la coyuntura, sino de cambiar el enfoque, comprendiendo que las respuestas derivadas del miedo son propias de la naturaleza humana, pero que también es posible configurar nuestro cerebro para pasar de la supervivencia a la creación y generar reacciones adaptativas y creativas orientadas a la formación en nuevas habilidades que nos permitan aportar a nuestro proceso de evolución y a un mayor sentido de realización.
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